De viejas prácticas y nuevos actores…

gabinete EPN

Dentro del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto cada día parece más la división de la clase gobernante en México. No es una cosa menor, tomando en cuenta que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cumplirá 85 años de su fundación el próximo 4 de marzo. En este tiempo, el PRI gobernó a México durante más de 70 años seguidos, perdió el poder durante 12 años y lo recuperó recientemente. Entre los “slogans” políticos para tal fin estaba la promesa de un “nuevo PRI”. La pregunta no es si verdaderamente existe el nuevo PRI, sino más bien si el nuevo PRI es capaz de llevarse bien y de entenderse con el “viejo PRI”.

Es innegable que existen dos grupos políticos al interior de la administración federal, misma que ha vuelto a entremezclarse con el partido, tal como era antes. Sin embargo, la división no se hace evidente a simple vista, sino que debe leerse entrelíneas en los columnistas, en los “opinólogos” y en todo aquél que refiere los hechos que acontecen al interior del Gobierno Federal; por ejemplo, el caso de la detención del “Chapo” Guzmán es un hecho reciente que da cuenta de ello. De manera precisa, la pugna política entre el grupo de los “jóvenes” (Nuevo PRI) y el de los “viejos” (valga la redundancia Viejo PRI, también conocido en los corrillos políticos como “dinosaurios”) se vuelve cada vez más obvia.

Es fácil distinguir a los integrantes de uno y otro bando: basta por juzgar y determinar la edad de cada uno para entender que pertenecen a corrientes distintas. No es lo mismo Luis Videgaray y Aurelio Nuño que Jesús Murillo Karam y Pedro Joaquín Coldwell o Miguel Ángel Osorio Chong. Si bien podría decirse que hay una nueva generación de políticos priistas, no lo hay en la manera en que utilizan las formas del viejo sistema político mexicano para operar y para sacar adelante sus proyectos. La disputa está en el control del poder, es un mero relevo generacional por hacerse del timón del barco, pero el barco y la manera de navegarlo sigue siendo la misma (si bien con algunas variantes, en esencia es la misma). Ante este escenario, lo que vamos a presenciar en el futuro cercano es una lucha interna que comenzará a hacerse cada vez más pública y más evidente, y al mismo tiempo, veremos un profundo sentido pragmático del Presidente de la República para dejar que “gane el mejor”, siempre y cuando los problemas nacionales estén resueltos. La lucha tendrá que ser por el control del poder, pero nunca a tal grado que los lleve a perderlo. Allí está el reto fundamental.

(imagen: noticierostelevisa.esmas.com)